Brad Pitt: El ícono reacio que redefinió Hollywood — y ahora acelera en la Fórmula 1
Brad Pitt ha desafiado durante décadas las etiquetas fáciles que Hollywood suele colocar a sus estrellas. Es un símbolo sexual que construyó su legado rechazando el encasillamiento. Un rey de la taquilla que prefiere trabajar con directores arriesgados que hacer dinero fácil. Un productor que ha ayudado a transformar el cine moderno. Y ahora, a los 61 años, abre un nuevo capítulo en su carrera con un papel protagónico en una película ambientada en el vertiginoso mundo de la Fórmula 1.
Pero retrocedamos un poco.
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Los inicios: de Missouri a la fama mundial
Nacido como William Bradley Pitt en Shawnee, Oklahoma, y criado en Springfield, Missouri, no creció en un entorno relacionado con el espectáculo. Estudió periodismo en la Universidad de Missouri, pero abandonó los estudios apenas unas semanas antes de graduarse para mudarse a Los Ángeles. En pocos años consiguió el papel que lo lanzaría al estrellato: el carismático autoestopista de Thelma & Louise (1991). Fue una aparición breve, pero bastaron unos minutos en pantalla para que el mundo se fijara en él.
Lo que siguió fue una racha de actuaciones que consolidaron su imagen mientras la desafiaban al mismo tiempo. Interpretó a chicos guapos, sí, pero también a lunáticos, adictos, marginados y hombres profundamente rotos. Leyendas de pasión, Seven, 12 monos, El club de la pelea y Snatch no fueron papeles cómodos. Pitt quería demostrar algo. Y lo logró.
Un giro estratégico: el productor y el artista
A principios de los 2000, Pitt ya lo había conseguido todo como actor. Fue entonces cuando hizo su movimiento más impactante: convertirse en productor. En 2001 cofundó Plan B Entertainment, una productora que con el tiempo se transformó en una de las más influyentes de Hollywood.
12 años de esclavitud, La gran apuesta, Moonlight, Minari… no solo fueron buenas películas. Fueron obras que dejaron huella, que generaron conversación, que ganaron premios. Pitt no las produjo por prestigio, sino porque creía en sus historias. Había pasado de ser un galán global a una figura silenciosa pero poderosa detrás de cámaras.
Y sin embargo, nunca dejó de actuar. Su papel en Érase una vez en Hollywood le valió su primer Óscar como actor en 2020. Fue Pitt en estado puro: sereno, magnético y con una melancolía sutil. No buscó brillar; simplemente habitó el personaje.
A toda velocidad: Brad Pitt en el mundo de la F1
Cuando parecía que Pitt podía empezar a bajar el ritmo, asumió uno de los roles más exigentes de su carrera: interpretar a Sonny Hayes, una leyenda retirada del automovilismo, en F1, la nueva película respaldada por Apple Original Films y coproducida por el siete veces campeón del mundo Lewis Hamilton.
Pitt se entrenó durante meses para el papel, conduciendo autos reales de Fórmula 2 modificados para parecer de F1, filmando en circuitos auténticos como Silverstone y Spa. A diferencia de otras películas de carreras, F1 se rodó durante fines de semana reales de la Fórmula 1. No fue en un estudio ni con pantallas verdes: Pitt estuvo en las pistas, en los garajes, en el corazón del circo de la F1.
La película, dirigida por Joseph Kosinski (Top Gun: Maverick), sigue a su personaje mientras regresa de su retiro para ayudar a un joven equipo ficticio a competir en la élite. Pero más allá de la velocidad, trata sobre el legado, la redención y la mentoría—temas que resuenan profundamente con la propia trayectoria de Pitt.
Él mismo la describió como “una de las experiencias más extraordinarias” de su vida. Y se nota.
Una vida más allá de las cámaras
En los últimos años, Pitt se ha mostrado más introspectivo. Ha hablado abiertamente sobre su lucha contra el alcoholismo, su retiro paulatino de la vida pública y su búsqueda de una existencia más sencilla. Es padre, amante de la arquitectura, aficionado a las motos y la música. En entrevistas, parece un hombre que aún está tratando de descifrar quién es realmente.
Quienes han trabajado con él lo describen como concentrado, generoso y muy meticuloso. Puede ser una de las personas más fotografiadas del planeta, pero siempre transmite la sensación de que su verdadero yo está lejos del lente.
Reflexión final
Brad Pitt no es solo un actor. Es un símbolo del Hollywood que fue y del que está por venir. De galán juvenil a leyenda veterana. De antihéroe caótico a mentor sabio. Nunca ha dejado de transformarse. Y con F1, no solo se sumerge en un nuevo mundo: vuelve a recordarnos que la reinvención no es una etapa. Para él, es su motor.
A los 61 años, no está buscando seguir siendo relevante. Está marcando el estándar.
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